
Que me dejes vivir libre, le dije al espejo. No paraba de crecer mi nariz, esa era mi percepción. Mis orejas separadas se elevaban cuando mi rostro se reflejaba en la ventana de mi habitación. Intentaba mirarme de otra manera pero mis ojos solo veían defectos. Cogía mi móvil y colocaba la cámara interior para verme. Seguía viéndome deformado, realmente feo. Pensaba que nadie podría aguantar más de varios segundos mirándome. Cuando la mente está deprimida, la belleza se esconde entre cortinas de defectos imaginarios. Debemos cuidarnos por dentro, mimarnos y querernos mucho a nosotros mismos.
Vivir es la mayor suerte que tenemos. Todos somos belleza, observémonos juntos al espejo para ver cuánto nos parecemos.
Eduardo López
Muy profundo y bonito.
Me gustaLe gusta a 1 persona