La envidia pobre de la inseguridad humana nos lleva a vivir actos terribles. Esas cutres e indecentes acciones no son más que residuos de generaciones infectadas por la política conservadora que nos gobierna y nos roba libertad. Muchas veces me pregunto: ¿Qué sería de este mundo sin guerras? No es, ni será nada. Si ellos lo hicieron debemos repetirlo, es patético actuar conforme nuestros antepasados lo hicieron. Todo cambia, evoluciona o como pasa hoy día se deteriora. Tristes, impotentes y solos se sienten todos aquellos individuos que huyen del sistema injusto en el que vivimos. Lo que hace falta es coraje, ganas de revolución y fuerza para interponernos a sus reglas. Podrán llamarnos rojos, pero roja es la sangre que ellos derraman en todas sus batallas. Aún así seguimos sufriendo las consecuencias de sus errores. Para qué quedarnos quietos y sumisos si podemos gritar alto… ¡Libertad!
La voz real del pueblo permanece en las calles, en las plazas y en el mar donde todas aquellas almas flotan.
Eduardo López
Revolucion, bendita palabra, vivamosla en nuestro interior, gritemos un cambio, el perdón;contra la confrontación, perdón, contra el odio amor,vive esa revolución y no te dejes arrastrar ni encasillar por ideales manidos y viciados por intereses de otros.
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Construyamos con buenas ideas un mundo mejor…
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Bonitas y sabias palabras, Eduardo; así como las de Jose Rodriguez Mariscal también.
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