Buenos días café y nado entre las aguas del océano preciado. Es mirar su horizonte y los objetivos bucean hacia mí ansiosos. La sal espabila y despierta mis legañas. Tras sumergirme en su transparencia percibo la vida que existe debajo de mis pies. Allí no existen cuerdas que me aten, ni muros de piedra, el mar es símbolo de libertad. Aunque a veces la naturaleza lo vuelve peligroso para ser navegado. Somos nosotros quienes delimitamos un trocito de mar de otro. Si fuéramos realmente humanos disfrutaríamos juntos del mar y la tierra, dándonos agua y pan sin avaricia. ¡Ni en broma! Eso está lejos de nuestro alcance, continuamos obsesionados por dividirnos, por clasificarnos, por sistematizar todo el entorno que nos cuida y acoge desde hace tantos años. Respeto hacia los mares y océanos que nos protegen y nos alimentan.
Las bolsas, colillas, botellas, papeles y demás desperdicios han salido a manifestarse, tras usarse piden retirarse a sus respectivas casas. La basura está cansada de matar a especies y destrozar al medio ambiente. Como casi siempre el destino contaminado por la falta de conciencia humana.
Eduardo López
Eduardo López