Mis párpados se despertaron pegados a causa de lo acomodadas que estaban mis pestañas. Abrí un ojo para ver dónde me encontraba, desconocía el paradero donde había dejado caer mi cuerpo, inconsciente, sobre el paso dormido del tiempo. Primera idea caducada, no hice las tareas adjudicadas. No te olvides del deber que sin querer te traicionan las sábanas. ¡Sí! Me levanté malhumorado, no había cumplido mis objetivos. Con la vista medio nublada, activé mi motor de arranque y… cuesta, cuesta arrancarlo. Apoyé el pie derecho y se dobló hacia adentro. Apoyé el pie izquierdo y se dobló hacia fuera. Me tropecé, caí al suelo y desesperado comencé el día. Mañana sea como sea me iré a la cama satisfecho por lo acontecido, haré todo lo que esté en mis manos.
No dejes para ayer lo de mañana. Apura las fuerzas hasta el límite, no duermas sin tener la autoestima alta. Gracias por aguantar mis malos despertares. ¡Qué mal trato a mis sueños!
Eduardo López
Imagen por Eduardo López
Que buen despertar con tus letras.
Besotes de tus tíos Teresa y Gustavo
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