La puerta se dignó a cerrarse justo en el momento en el que mis pestañas rozaban su marco. Choqué contra ella rebotando con mi frente repetidas veces. Llamé con insistencia pero las corrientes se llevaron a la oportunidad y el desafío se quedó sin entradas. Pensé… si el mar esconde puertas de esperanza, ¿el cielo tiene límites? La respuesta es infinita como las metas que me propongo.
Habrá puertas cerradas, atrancadas, oxidadas y tapiadas a maldad, pero… cuando traspaso una, vivo el momento dentro de un nuevo mundo. Adiós lamentos, si no te abriste en su momento permíteme quererte desde dentro. No desaprovecharé la preciada ocasión de entrar en ti, conocer tus sueños y vivir juntos los míos.
Se trata de romper cerraduras y acceder a nuevas personas. Nos harán crecer sus vidas y sus ilusiones desconocidas.
