Los pies abandonan suelo firme para clavar su planta en superficie granulada. Sienten su sutil suavidad y su temperatura resguardada. Lo suave se convierte en rugoso y tras numerosos pasos, se vuelven húmedos los pies y el agua salada tiñe mi piel.
Sin control mi alma se abre, mis ojos se cierran y mi olfato respira sin cesar aquella energía limpia que es arrastrada por las olas de la mar.
Eduardo López
Imagen por Eduardo López
Me lleva a la orilla del mar
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