Te sentía pero no te veía, me dolía y no sabía dónde, te olía aunque no te reconocía, me miré en el espejo y en mis ojos vi la tristeza ansiosa de dopamina.
¡A follar!
Que no se pare nunca de empujar repetidamente hasta llegar al final caótico, amigo del placer.
Eduardo López
Imagen por Eduardo López
Este relato me recuerda a Raul y Abraham….
Me gustaLe gusta a 1 persona